EN EL ENVEJECER… TODO SE CONECTA
- Mónica Cué

- 31 may 2022
- 3 Min. de lectura

¿Podemos hablar de envejecimiento como un hecho aislado?
¿Podemos verlo como un proceso natural que ocurre en nuestros órganos en distinto tiempo y forma?
A esto, responderé un tajante no, y digo no, porque todo sucede paulatina y simultáneamente en toda nuestra persona. Todo se conecta; y esto lo explicaré a continuación y de la siguiente manera.
Lo que sucede en nuestras emociones, afecta nuestro cuerpo, lo que pasa en nuestros pensamientos repercute directamente en nuestra salud física y mental, lo que sucede con nuestra actitud y percepción se refleja en nuestro bienestar; y así, lo que elegimos en nuestra alimentación va a repercutir en nuestro cerebro, en nuestro cuerpo y en todas las células en general, lo que decida ejercitarme tendrá un reflejo en mi cuerpo, pero también en mi mente; lo que estimule mi cerebro me mantendrá vigente, alerta y presente, lo que cuide mi piel se verá en mi imágen, lo que cuide mi interior expondrá mi actitud ante la vida, el estrés que no gestiono, afectará todo mi sistema, las heridas emocionales que arrastro, atrofian mi organismo, la calidad de mi sueño dará o no el tiempo para la regeneración celular y tendrá del mismo modo un reflejo positivo o negativo en muchos aspectos internos y externos.
Una vez que entendemos que todo se conecta, podemos entonces tratar nuestro cuerpo como un todo y elegir envejecer bonito desde nuestras acciones, desde nuestras decisiones, desde nuestras palabras y la calidad de nuestros pensamientos.
Invertir el tiempo en conocerse a uno mismo, en impulsarse y comprenderse, en ponerse atención y tomar las riendas en todos los frentes para encontrar bienestar, ese tiempo, nunca será desperdiciarlo; al contrario, es una forma trascendental de aumentar nuestro valor; y con aumentar nuestro valor me refiero a dedicarme el tiempo necesario para observarme, para sanar física y emocionalmente, para ponerme en perspectiva de mis objetivos, para entenderme, aceptarme, cultivar mi cerebro y de esa misma manera reflejarlo a las personas a mi alrededor, pero sobre todo a convertirme en una mejor versión de mí.
Entonces; la propuesta es que aumentemos así nuestro valor, afrontemos lo propio, dejemos a un lado los juicios y practiquemos ser más empáticos con los demás, pero empecemos por nosotros mismos. Estoy segura que seremos más felices, viviremos más tranquilos, con más ilusión y también estaremos más sanos en todos los sentidos. Iremos encaminados hacia este afán por envejecer bonito, pero no como un elemento aislado y meramente físico, sino como una cadena formada por eslabones fuertes.
Ahora, aumentar nuestro nivel como personas y tratar de la misma manera de aumentar el valor de los demás está increíble, siempre y cuando no atente sobre el tuyo propio y con esto me refiero a marcar una línea entre la ayuda, el sacrificio y la imposición, entre ser amables y tener que soportar humillación. Se trata dentro de lo posible de ser un puente hacia la superación.
Muchas veces dejamos al final de la lista nuestro propios intereses y creemos que por empeñar nuestra vida hacia el bienestar, opinión o camino de otros, vamos a obtener siempre, resultados positivos, pero lo cierto es que no es así, que lo difícil es encontrar el equilibrio, ser valientes y arriesgarse a no ser populares por defender lo correcto. Tratar de ser empáticos, no es imponer tu perspectiva ni estar de acuerdo en todo lo del otro; es tratar de entender la posición o sentimientos del otro sin juicios pero con respeto y sin lo más importante; sin sabotear lo propio.
Seamos eslabón fuerte, entendamos que necesitamos de más eslabones fuertes para hacer cadena y entonces siguiendo la analogía, armemos una cadena única de valor con nuestro físico, con nuestra mente, con nuestras palabras, con nuestras elecciones, acciones y decisiones, con nuestras emociones, con nuestro estilo de vida y de la misma manera con las personas que nos acompañan en el recorrido.
©Mónica Cué



Comentarios