EL COSTAL DE PROBLEMAS
- Mónica Cué
- 17 oct 2023
- 4 Min. de lectura
Por Mónica Cué

Quiero empezar con una reflexión… Anatole France decía: “Si exagerásemos nuestras alegrías igual que lo hacemos con nuestras penas, nuestros problemas perderían importancia”.
Cuánta verdad hay en ello, la realidad es que tenemos la costumbre de exagerar nuestros problemas y maximizarlos al extremo de lo catastrófico, nos lamentamos de miles de cosas, muchas de ellas pensamos que tienen una gravedad e importancia superlativa cuando en realidad la mayoría de esos problemas, tienen solución o pensándolo bien probablemente no son en realidad tan graves como pensamos.
Y ahí aplica el que si no está en tus manos, ¿Para qué mantenerlo en tu pensamiento?
Pero, estaremos de acuerdo en que por algún lado hay que canalizarlo; hablarlo, gritarlo, llorarlo o escribirlo, Escribir libera, nos da claridad, nos ayuda a ver y entender la realidad desde un punto más objetivo. Entonces, ante un problema; si lo puedes detectar, si lo puedes reconocer, si lo puedes expresar; seguramente podrás abordarlo mejor.
Escribe tus sentimientos, tus pensamientos, tus preocupaciones, tus alegrías, tus sueños, tus metas. Y cuando después los leas... ¡Lo tendrás claro! Empezarás a encontrar respuestas y a actuar para solucionarlo, para entenderlo, para resolverlo, para cambiarlo, para cumplirlo y hacer lo necesario para intentar solucionarlo ¡Solo escríbelo!
Escribir nos acerca a la claridad de mente, nos presenta un panorama más objetivo y nos orilla a la reflexión; escribirlo todo resulta sanador y liberador. Cuando escribimos, no escribimos únicamente con la mano, quien escribe en realidad es nuestro cerebro, escribir con cualquiera de las extremidades daría igual, porque en realidad es el cerebro quien refleja las emociones y la personalidad; es él quien marca inicialmente los pensamientos, quien encuentra las palabras y quien transmite las ideas.
En lo que respecta al costal de problemas que todos cargamos… Me gustaría ver qué pasaría si cada uno, junto con los de nuestro alrededor escribimos en un pedazo de papel el problema que de momento nos atormenta y lo metemos en un costal ¡Llenemos el costal de problemas!, de los problemas de personas conocidas o no, de cualquier nacionalidad, de cualquier estrato social, de cualquier género y de cualquier edad. Tendremos así, un costal lleno de problemas ¿Quién lo carga? Sólo de pensarlo agota, ¿Cierto?
Ahora bien, volvamos a dar la vuelta con el costal de problemas lleno de papelitos y que cada quien tome al azar un papel y lo lea. Creo, que leyendo la diversidad de los problemas de los demás, poniéndonos en perspectiva para tratar de verlo con los ojos desde fuera, sin ser partícipe o estar emocionalmente comprometido; ahí, encontraremos dos posturas: En primer lugar, nos generará una opinión, empatía y probablemente nos haga pensar en la desgracia ante aquello que no nos pertenece de una forma más objetiva a que si fuera propia; nos llevará a la reflexión; y en segundo lugar, hará que con ver la magnitud de los problemas de los demás, el nuestro lo percibamos más pequeñito y nos llevará a la reflexión ¿El común denominador? Que nos llevará a la reflexión.
Y así como es ver la vida de alguien más por un segundo, nuestra vida también cambia en un segundo, y en un segundo literal. En un segundo, un problema gordo o una noticia lamentable mueve nuestra perspectiva radicalmente, resulta que los que creíamos problemas, cambian de categoría a no tan importantes ante tremenda sacudida. Entonces… ponlos en su lugar desde el principio y dales la importancia que realmente tienen.
Entenderemos que tenemos que dejar ir lo que no podemos cambiar, que tenemos que soltar lo que no nos pertenece, que tenemos que dejar de esperar lo que no nos va a llegar, de quejarnos de lo que nos sucede y mejor abordemos la situación, pero valoremos lo que sí tenemos y cambiemos la perspectiva. Si tan solo recordáramos por un momento que podemos perderlo todo en un segundo, empezaríamos a abrazar el dónde y cómo estamos justo ahora, aunque nos pensemos rebasados.
Entonces…Cuando leas el papelito de los demás, la probabilidad de que quieras volver a agarrar tu propio papelito es muy alta y desde ahí, intentarás seguir con mayor esperanza para generar el cambio que esperas. Te darás cuenta que por muchos problemas que tengas, no todos son de la magnitud que tú los pones y que por muy grande que pueda ser tu problema, será ese el que prefieras abordar y no querrás estar en lugar de nadie más.
No hay vidas perfectas sin disfráz. Todos, absolutamente todos tenemos problemas. Piensa por un minuto… ¿El de quién escoges?, ¿la vida de quién quieres vivir? ¿los problemas de quién quieres enfrentar? Entonces… Aunque sabemos que algunas veces tendremos mejores resultados que otras y que en ocasiones veremos más difícil la salida, cambiemos la actitud y tratemos de sortear los problemas objetivamente conforme nos vengan de la mejor manera que podamos, movernos para intentar solucionarlos, pero sin magnificarlos.
Yo... Agradezco estar sana, estar viva, estar junto a quienes más quiero y estar “bien”, aún con lo que he metido al costal de problemas. Hoy entiendo que todo se irá acomodando y elijo no conformarme, pero sí enfrentarme a mi propio papelito de la mejor manera posible.
Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué
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