CULPAMOS, PERO VENERAMOS AL PASADO.
- Mónica Cué

- 19 ago
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Por Mónica Cué

Hay una contradicción en la forma en que miramos la vida porque por un lado, responsabilizamos al pasado de lo vivido y nos marcó, del entorno que nos tocó; a los padres de la infancia que tuvimos, de las heridas que adquirimos; responsabilizamos a la situación por lo que sufrimos, y culpamos a las oportunidades que no tuvimos por lo que pudo ser en lugar de construir sobre lo valioso, empezar a vivir como responsables de nuestra vida y entender que lo que somos, por supuesto que es resultado de lo vivido, pero somos nosotros hoy quienes debemos aprender a vivir con las herramientas que tenemos. Con eso vivido, lo andado y lo aprendido que por catastrófico que hubiera sido seguramente también tuvo algo valioso que enseñarnos; nos dejó huella, pero también nos forjó como las personas que somos hoy.
Es que nada nos acomoda, porque culpamos al pasado, pero al mismo tiempo pasamos diciendo a la nueva generación que lo de antes era mejor. Idealizamos lo que dejamos atrás, decimos que antes había más valores, que la música era mejor, la gente auténtica, la educación más sólida y las relaciones más verdaderas.
Con una mano culpamos al pasado y con la otra, convertimos en un santuario lo perdido, pero no entendemos que somos nosotros los educadores en este presente, los que viviendo el hoy, tuvimos aquel pasado y somos los mismos quienes estamos siendo parte de lo que será el pasado de esa generación a la que intentamis formar; entonces, somos nosotros aquellos que cínicamente nos quejamos de nuestro pasado, y al mismo tiempo se quejan de lo actual venerando lo que fue…¿Cómo? ¡Cuánta incongruencia hay en ello!
Es que siempre nos hace falta algo; nos repetimos que si hubiéramos tenido otra historia; seríamos distintos, tendríamos más éxito, seríamos más plenos, más exitosos y más felices, pero no vemos lo que tenemos enfrente y además lo poco que alcanzamos a mirar, tampoco nos parece adecuado ni suficiente.
¿Cómo puede ser posible que lo mismo que señalamos como culpable de todas nuestras desgracias sea lo que después añoramos y veneramos? Quizá porque seguimos negándonos a tomar la única responsabilidad que nos toca que es la de ser y hacer hoy, lo mejor con lo que tenemos, con lo que nos tocó y con lo que tanto nos enseñó para bien o no.
Y no se trata de negar las heridas, sino de no encadenarse a ellas. Entender nuestra raíz con su sombras y su luz es parte del crecimiento personal. Al final… Lo que en el pasado fue difícil no nos define: Nos entrena, porque lo que nos hace crecer no es mirar lo que faltó, es lo que hacemos con lo que quedó.
El pasado no puede detenerse ni borrarse, tampoco puede excusarnos ni sostenernos, pero si que puede enseñarnos para construirnos a partir de ahí. Lo que fue difícil dejó cicatrices que nos recuerdan la fuerza que tenemos; lo que faltó nos empujó a ser recursivos; lo que dolió nos mostró dónde curar, pero lo que sí hubo, el amor que recibimos, la guía que tuvimos y el entorno que vivimos nos enseñó a ser, nos mostró dónde cuidar, cómo amar, por dónde ir y cómo convivir, así que la pregunta no es si el pasado fue justo o no, sino ¿Qué hemos hecho con lo aprendido? Porque somos nosotros en el hoy, los únicos responsables de construir el sentido de nuestra vida a partir de lo vivido y mientras sigamos culpando a lo que fue seguiremos postergando lo que somos o podemos ser y mientras más repetimos la narrativa de culpar al pasado, más se refuerzan los pensamientos que nos mantienen atados a él de la peor forma.
Está claro que el pasado no desaparece, pero sí se resignifica y para eso se necesita dejar de mirar atrás con juicio y empezar a mirar hacia adelante con responsabilidad porque no podemos sanar desde el victimismo, ni construir una vida plena desde el dolor o el eterno reproche. A veces lo que duele es no hacernos cargo y lo que hoy nos pesa es lo que aún no nos atrevemos a mirar de frente, así que…Sanemos lo que dolió, abracemos nuestra raíz y sigamos creciendo como adultos responsables de nuestra propia vida. Echar culpa al pasado de lo que nos sucede o de nuestro ser de hoy podría parecer honesto, pero muchas veces es una forma elegante de evitar la responsabilidad que tenemos sobre nuestro presente porque siempre es más fácil culpar a otros ¿Cierto? Culpamos al ayer por nuestra sombras y grietas, pero no estamos viendo que a través de las grietas, también se cuela la luz.
Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


Excelente!! Como siempre me haces reflexionar y darme cuenta de las cosas, haciendo conciencia gracias a tus publicaciones, por demás enriquecedoras