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¡AUXILIO! MI MUJER NO CALLA NUNCA.

  • Foto del escritor: Mónica Cué
    Mónica Cué
  • 14 nov 2023
  • 5 Min. de lectura

Por Mónica Cué


Quién no ha oído a un marido decir que su mujer habla mucho ¡Claro que habla mucho!, casi todas hablamos mucho, pero es cuestión de percepción y perspectiva. No es que te quiera machacar y hacer cansada la vida, no pretende aturdirte ni contrariarte… Es que literalmente no la estás entendiendo, claramente nuestro cerebro funciona distinto, pero en el hablar y escuchar también se involucran emociones e interés. 


Si tu  mujer te habla mucho, es porque tiene algo que decir, y aunque no lo consideres tan importante o te parezca completamente irrelevante, si te lo dice es porque se siente cómoda para compartir contigo hasta las más grandes tonterías. Cuando una mujer te cuenta sus secretos es porque estas dentro de su corazón, si te hace muchas preguntas es porque le importas y aunque probablemente ya conoce las respuestas, necesita de tu sinceridad para confirmarlas. 


Ahora, cuando se quede en silencio, ahí si, empieza a preocuparte, porque significa que se cansó y está permitiendo que las cosas transcurran sin atención y probablemente lleguen a su fin por descuido. 


La cosa se complica porque nuestro cerebro opera tan distinto que a veces te lo pone difícil cuando lo que tú quieres es silencio y calma. Ella… Te habla sin freno, te cuestiona y probablemente sientes que te asfixia, pero cuando lo hace es porque realmente te ama. Y entra la contradicción entre la palabra y el silencio, lo pragmático y lo emocional.


Es evidente que somos distintos, las mujeres utilizamos el doble de palabras al día que los hombres porque las mujeres además de los pensamientos expresamos sentimientos y emociones; los hombres, ideas y soluciones. El cerebro de la mujer y el hombre es diferente, pero también complementario. Para las mujeres es fácil brincar de un hemisferio del cerebro a otro y atender varias cosas a la vez sin que esto necesariamente signifique una gran habilidad o que lo logramos con atención plena; los hombres permanecen en una cosa en foco antes de ir a lo que sigue y ahí empieza la confrontación ante las diferencias. 


No es que uno sea mejor o peor, simplemente es diferente. Entonces, es verdad que te habla mucho, es verdad que te lo quiere contar, que lo tiene que exponer, que te cambia el tema y sientes que te aturde por ratos, pero es la forma de resolverse. Tú, te resuelves pensando en nada, ella no puede dejar de pensar todo el rato en cosas y se resuelve hablando. Haz un esfuerzo y busca el contacto, conéctate y trata de escucharla. Entiende que hablarte no es por fastidiar, es por necesidad y por mostrarte interés ¡Siéntete importante! y dedícale tu atención de vuelta.


Cada uno desde su lugar y con su forma, así que ahora puedes entender que no necesariamente es hablar de más; es tratar de poner orden en su cabeza y en sus emociones ¿Qué mejor forma de hacerlo que con las personas queridas, con quien estás es confianza, con quien sabes no te va a juzgar o lastimar?, ¿cierto?


Y ¡Es que habla hasta por los codos!... Bueno, un poquito sí, y aunque también hay hombres con verborrea, generalmente es una cuestión de mujeres ¿Será que de pronto abusamos de las palabras? Reconozco que a veces sí, pero estoy segura que guardar silencio es un súper poder, lo envidio por un lado, pero es que el poder de la palabra es apasionante ¡Complicado tener que elegir! Lo que es verdad es que cuando se nos va la lengua y hablamos de los demás, terminamos dando explicaciones, exponiendonos más de lo que debíamos y muchas veces nos desnudamos o ponemos sobre la mesa asuntos que abrimos a juicio, tendemos a opinar sobre lo nuestro o lo ajeno y te conviertes en tu propio delatador sin necesidad, tiendes a compartir información privilegiada y das pie a opiniones, consejos o tapar silencios incómodos sin necesidad alguna.


En ocasiones, se acaban revelando datos de tu vida íntima, familiar o privada que termina por exponernos a la opinión y el juicio por parte de los demás. Las personas platicadoras y abiertas, muchas veces son vistas como alegres y participativas, pero otras, quedan como bocazas, o bien, se etiquetan de sabelotodo sin en realidad serlo, sin pretender aparentarlo con esa intención o por creérselo así.


Entonces, reconocer de qué lado caemos es el primer paso para procurar detectar cuándo opinar y cuando callar, está bien ser platicador, ser quien tira de la conversación, quien saca o estira un tema, pero hay veces que las palabras sobran. Las personas más calladas, por lo general, saben escuchar y eso los pone en ventaja. Por lo general, resultan ser asertivos a la hora de opinar, exponen si es necesario y no se van de más porque lo hacen con mesura. 


Entiendo que las cosas que más amas, las tienes que mantener en privado. Entonces… si eres de los que no callan nunca, trata de guardar silencio a ratos, por lo menos protege tu intimidad, haz el ejercicio de guardarte algo de información y habrá que tomar como ejemplo a sabios callando un poco; cuesta, cuesta un montón porque muchas veces acabas por exponerte y eso te pone en desventaja y vulnerable ante los demás ¡No seas bocazas!, habla, pero mídete. Sé consciente para no irte a palabras y vuélvete selectivo con quienes sueltas la lengua. 


Ahora… No todo es negativo, por un lado sí que es verdad que hay que ser asertivos y practicar escuchar más, pero la ventaja es que las personas que hablan abiertamente, generalmente son las más sinceras. Si no lo fueran, sería fácil caer en enredos de historias y mentiras, además de que se necesitaría tener memoria de elefante para recordar los propios cuentos con tanta gente. Pienso que los dos extremos son nocivos, la gente bocazas, eventualmente cae en hablar de lo que no debe, pero claramente es como se muestra; la gente demasiado callada, de pronto se torna tan difícil de interpretar que da mala impresión y muchas veces incomoda a los demás por sentirse observados y no saber lo que está pensando el de enfrente.


En el “mira y escucha mientras los demás hablan y comparten”, hay extremos; hay límites y la frontera es donde deberíamos ponernos todos aunque sea difícil de encontrar y equilibrar. Ideal sería tomar lo mejor de los dos mundos y ser una persona extrovertida, con don de palabra, con cosas que aportar, pero con límite y mesura, saber escuchar y atinadamente opinar si es necesario, con quien es prudente, pero también compartir y abrirse. 


Eso sería en el mundo ideal, eso habla de las formas en una interacción social a la que nos exponemos todos diariamente y eso ya es suficientemente complicado, pero en las relaciones de pareja no hay tantos bandos y funciona de forma más sencilla; habla- escucha, calla-  preocupa,  así que regresando a tu mujer que te habla hasta por los codos, entiéndelo como un halago, te habla porque le importas y si ya lo dijo todo sin encontrar respuesta, sin recibir tu atención; si se queda sin palabras y no te dice más... Entonces, tú interpretalo.


Registro de Propiedad Intelectual ©Mónica Cué


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